La piel del cuello es una piel de transición, que está entre la facial y la del cuerpo. Sus glándulas sebáceas son menos numerosas. Esto se traduce en una menor cantidad de grasa, componente esencial de la capa hidro lipídica que protege la piel de la agresión de los factores ambientales. Además es más delgada y estructuralmente diferente, por tener que cubrir el músculo cutáneo del cuello. 

En la vulnerabilidad de esta zona también influye el hecho de que su película hidro lipídica no es suficiente para asegurar una tasa de hidratación que mantenga elástica la capa córnea. En cuanto a la agresión lumínica, hay que considerar que el cuello tiene menos melanocitos que la cara, lo que implica una menor capacidad para el bronceado, que es el protector natural de la piel frente a la radiación ultravioleta. El resultado es una piel naturalmente menos protegida y que envejece más rápido que el rostro.

El resultado final es la aparición de manchas oscuras, pecas, granitos, erupciones, rojeces, sequedad y finalmente arrugas e incluso agrietamiento. Con nuestros tratamientos conseguiremos recuperar es piel deteriorada y devolverle el esplendor que tú te mereces.